Lo Mismo

Recuerdo que la vez que estuvimos más cerca de un Mundial fue en la eliminatoria rumbo a Alemania 74. De hecho, ya estábamos clasificados (en esa época había cupo solo para un equipo de la Concacaf), pero el mal manejo dirigencial permitió que Haití -al cual le habíamos ganado por incomparecencia- lograra que la Confederación ordenara que se jugara el partido, nos derrotaron, y los del vudú se fueron a tierras teutonas, donde no ganaron un solo punto, anotaron dos goles y encajaron 14.

Después de eso, la historia se ha repetido con diferentes jugadores, técnicos y dirigentes. Quizás las selecciones dirigidas por el yugoslavo Dragoslav Sekularac y el hondureño Ramón Madariaga, que buscaban llegar a México 86 y a Alemania 2006, respectivamente, tuvieron una participación más digna que el resto, aunque el resultado fue el mismo: eliminados.

No me cabe duda que todos han querido lograr el objetivo -salvo los que acostumbraban amañar partidos- pero muchos factores se los han impedido: la desorganización interna, la mala preparación física, táctica, técnica y psicológica, y quizás hasta las condiciones antropométricas del jugador nacional. No hay que obviar posibles arreglos entre otras selecciones e incluso la mala suerte, la cual, dicen, no existe en el fútbol, pero muchas veces pareciera que sí, al menos en el caso nuestro.

Hoy amanecimos comentando y lamentando que nuevamente nos quedamos en el camino, con la envidia –muchas veces insana- de ver que nuestros rivales de siempre, Costa Rica y Honduras, y uno que hasta hace no mucho era nuestro “hijo”, Panamá, estarán en la hexagonal que dará tres boletos a Brasil 2014 y uno al repechaje contra el representante de Oceanía, el cual, como van las cosas, casi seguro será Nueva Zelanda.

El problema es que la fórmula mágica para revertir esta situación creemos tenerla todos. Particularmente considero que debemos empezar por modificar la Ley Nacional para el Desarrollo de la Cultura Física y el Deporte (Decreto 76-97) y cambiar la forma de elección en la Federación Nacional de Fútbol de Guatemala (y otras), ya que es un secreto a voces que para ser electo presidente u ocupar un puesto en el comité ejecutivo no se requiere más que tener el pisto suficiente para comprar voluntades.

Al lograr esto, podríamos pensar en tener dirigentes con el conocimiento pleno de la labor que deben realizar: un plan de trabajo que responda a todas las necesidades del balompié nacional con base en un presupuesto acorde a nuestra realidad y con los tiempos definidos para que se pueda hacer algo -profundizar en esto sería muy largo-. Entretanto, al menos espero que Ever Hugo Almeida tenga la dignidad de renunciar y los dirigentes empiecen desde ya con un proyecto profesional con miras a Rusia 2018, aunque ellos dejen sus puestos el 7 de diciembre de 2013.

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